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miércoles, 3 de junio de 2009

El Fascismo en Colombia tiene rostro

El Fascismo en Colombia tiene rostro

En Colombia, los principios básicos del fascismo se imponen en la práctica cotidiana del ejercicio del poder político, económico y militar del régimen colombiano.

Johnson Bastidas | Para Kaos en la Red
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“Pero si le puedo decir que la gran mayoría de nosotros apoyamos a uribe porque recibimos instrucciones de los comandantes y así lo hicimos en todos los departamentos del bloque norte. Como el discurso ideológico de Uribe parecía calcado del nuestro pero dentro de la legalidad, lo apoyamos inmediatamente.” Salvatore Mancuso, 29.05.2009 Revista Cambio.

El fascismo ya no oculta su rostro en Colombia. Cuando un poeta, un periodista o un columnista de opinión o un académico se vuelven peligrosos para un régimen, porque emiten una crítica o un punto de vista diferente al unísono del régimen, eso se llama en cualquier idioma: fascismo.

En Colombia, los principios básicos del fascismo se imponen en la práctica cotidiana del ejercicio del poder político, económico y militar del régimen colombiano.


El jefe


El fascismo, en sus características generales necesita un líder imprescindible, un jefe (Duce/Fürher) que se presenta como una fusión de líder-pueblo. El líder del fascismo criollo es álvaro Uribe Vélez. Pero debemos decirlo claramente, el fascismo criollo no se agota en la figura del narcopresidente, uribe sintetiza esos principios y los representa, pero es sólo un instrumento para materializar ese proyecto de poder. Desde palacio, nadie se toma el trabajo de desmentir o de ocultar los principios básicos de este proyecto. Al contrario, se justifican con toda suerte de sofismas y cortinas de humo para legitimarlo con la idea de que álvaro uribe, es sin lugar a dudas el hombre para salvar a Colombia.

La oligarquía colombiana portadora del fascismo nos vehicula cotidianamente la idea de un uribe portador de ciertos valores nacionales que sintetizan supuestamente nuestra identidad, uribe es nuestra salvación, es un hombre berraco, frentero, y verdadero patriota. Estos elementos se refuerzan con la triada, tradición, familia y propiedad. Las fotos que ilustran estas actitudes sacras del fascismo criollo son: uribe de rodillas rezando, uribe rodeado de sus hijos, uribe con su tono paternalista en los consejos comunitarios, y uribe gritando para defender su misión sagrada.

Este menú, necesita crear o inventar un enemigo constante para justificar su autoexistencia: La insurgencia colombiana, especialmente las FARC-EP. Para el fascismo no existe la lucha de clases, sólo existen los enemigos específicos, reales o imaginarios. Este menú para autoafirmarse necesita transmitir cotidianamente la idea de que se va ganando, idea paralela a la popularidad del jefe. Los partes de guerra, meticulosamente preparados hablan de la derrota constante de la insurgencia, tantos dados de baja, tantos desmovilizados, tantos desertados, tantos, que sumados todos se traducirían en el final de la insurgencia. Esto explica como cada día sus encuestas de bolsillo nos recuerda su 80% de popularidad. Su popularidad aumenta, en la medida de que los escándalos de la corrupción del régimen irrumpen, pues son presentados por la propaganda oficial como ofrendas de la oposición política, o de los enemigos de la nación. El líder es presentado como un prohombre de la patria, cuyas estatuas rodearán todas las plazas públicas de la nación. Toda crítica contra el jefe es un delito contra la nación.

Esa es la estética de la seguridad democrática, sus mitos y símbolos son más terrenales; la motosierra, y los hornos crematorios remplazaron las fosas comunes, los pozos de cocodrilos, y la extracción del aparato digestivo, la idea es que no flote, la idea es que no se note, que no se pueda encontrar, que produzca miedo, pero sobre todo terror.


En el fascismo desaparece
la división de poderes


Es el jefe, el que regenta naturalmente el poder, el “Estado soy yo” “el poder judicial soy yo” “ la Corte suprema soy yo” “el fiscal soy yo” el procurador soy yo” “el banco emisor soy yo”. Todo comienza y termina en el jefe, menos las responsabilidades. En un régimen fascista, la Corte suprema o mejor el Poder Judicial es un subconjunto del ejecutivo. El Estado se apropia de la sociedad en su conjunto y para ello, controla los medios, esto explica la escogencia de un mediocre como vicepresidente, porque cumple dos funciones, primero no opaca al jefe, segundo sirve de correa de transmisión frente a la oligarquía que controla la información. “El Estado soy” tiene al ejército oficial a su servicio, tiene un ejército paramilitar privado, controla la inteligencia del Estado para que no se mueva una hoja sin saberlo.


Los delitos de opinión


Para el fascismo el pueblo no tiene conciencia en sí, él, el jefe es su conciencia. Toda opinión contraria es subversiva pues contradice la verdad hecha verbo de la autoridad suprema. La libertad de conciencia no existe, todo pensamiento es castrado. Un poeta, un pintor, un teatrero, un mimo, un profesor, un columnista, en general, los intelectuales y los obreros, los campesinos, negros e indígenas, son todos terroristas en potencia si son sujetos de reflexión. Nadie tiene derecho a pensar en voz alta, menos a actuar. Es tan peligroso un lápiz como un fusil, una pantomima tan peligrosa como una emboscada, una huelga tan peligrosa como un artículo, un poema tan peligroso como una guerrilla. La libertad política no existe si no apoya al fascismo criollo, todos los otros son traidores, apátridas, terroristas. Se impone el unanimismo de la coalición única, del partido-jefe los otros son sólo eso, nada.

La definición que mejor define el fascismo colombiano es que, su característica clásica es su método de análisis o estrategia de difusión de juzgar sistemáticamente a la gente de izquierda no por lo que hace a nivel individual sino por la pertenencia a un grupo [la izquierda es igual a la insurgencia, los sindicatos igual a la insurgencia, un magistrado crítico es una guerrillero infiltrado, un profesor crítico es igual a un insurgente].

No ocurre lo mismo con los miembros de la derecha, en ese caso las responsabilidades son individuales, el ministro del interior y justicia no tiene la culpa de tener un hermano paramilitar. El presidente no es responsable del DAS, pero si se reivindica los positivos del organismo de inteligencia. El presidente no es responsable de las ejecuciones extrajudiciales, mal llamado falsos positivos, pero con ellos va ganando supuestamente la guerra.

El fascismo criollo cava su propia tumba

El fascismo radica su poder en el terror que impone, y este mismo terror deviene su tumba. Mientras elimina al otro, el fascismo propaga la idea de un nosotros. Las ideas dominantes son las ideas de la clase dominante. O la clase dominante hace ver sus intereses particulares como los intereses generales. Colombia somos todos, pero no los opositores.

Mientras se controlan todas las instituciones para gobernar sin oposición política, sin control jurídico y adaptando la constitución y las leyes a la imagen y semejanza de su apetito de poder. El fascismo utiliza el terror de Estado para acallar la crítica. Los muertos bajan por los ríos, los desaparecidos se cuentan por miles ya que los hornos crematorios dan cuentan de ellos. La propaganda hace que la realidad parezca sofisma y que el horror aparezca mentira ante el coro de la victoriosa nación.

Es la invención de otra realidad. La resistencia del pueblo colombiano no aparece en los medios oficiales, es invisible ante el unísono impuesto. Pero la resistencia esta ahí construyéndose poco a poco, es como una artesanía que va tomando forma corpórea a varias manos, invisible pero real para que el fascismo no pase.

Título Original: Fascismo criollo tiene rostro


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